jueves, 16 de agosto de 2012

EL FOLKLORE BONAERENSE Y LA POLITICA... (PARTE III)


LOS SONIDOS FEDERALES  

Otra hija del Cielito, la Media Caña, merece toda nuestra atención por haberse constituido en baile extendido en tiempos de Rosas. Danza “histórica”, por cuanto ya ha caído en desuso, la Media Caña ha quedado retratada en algunas pinturas famosas de la Federación, como aquellas de Carlos E. Pellegrini [1], una llamada Bailando la Media Caña (1835) y la otra simplemente Media Caña(1831).

De acuerdo a las investigaciones de Vega, este baile “descubre su nombre dentro de la primera década de la Revolución de 1810”, el cual creció “vigorosamente en el Plata en la época más cruel de la guerra civil” comprendida entre los años 1838 y 1842. La Media Caña, sin lugar a dudas, estuvo asociada al Partido Federal, y por esa misma razón se constituyó en “forma literaria de los contrarios”. Queda establecido, por esta estrecha relación del mencionado baile con la Federación, que su abandono y decadencia se aceleran con la caída del Restaurador de las Leyes en 1852. Nos llega el recuerdo, entre otros, de un Cielito de Media Caña compuesto “en tiempos de la campaña al desierto realizada por Rosas”, en el cual su primera y última estrofa decían así: 

Voy a cantar un cielito/ que se llame federal/ porque la unidad no es carta/ con que se puede jugar.

Cielito, cielo que sí/ cielito de media caña/ pronto los hemos deber/ sentados en la cucaña. 

Luego de muchos años, y ya acercándonos a la que fuera su última etapa de vida, la Media Cañavuelve rescatada por el circo criollo, muy parecido al derrotero del Pericón, si bien envuelta en las sombras y alejada para siempre de su antiguo esplendor.

Como una rareza de esos años encontramos el Cielito en batalla, variante del Cielito que se introdujo en nuestro país en 1831, a través de los hermanos José y Juana Cañete. Fueron ambos bailarines de pantomimas que se ejecutaban en las pistas y salones del Buenos Aires federal. El revisionista Josué Wilkes, dedicado a la tarea investigativa de los sones y bailes de la época de Rosas, da la siguiente explicación acerca de este género musical:


“El mote bélico aplicado a danza tan plácida y galana, como lo es el Cielito, le fue aplicado por sus creadores por la sugerencia que les ofrecía la disposición de las múltiples figuras constituidas de la danza, con las disposiciones y alternativas de dos fuerzas combatientes maniobrando con táctica de lucha. En efecto: el orden abierto con que se enfrentaban las parejas, los movimientos de avance y retroceso, los molinetes y demás complicadas figuraciones de la danza se prestaban buenamente a la denominación guerrera del novedoso Cielito de los Cañete”.” [2]

Y ya que volvemos sobre los Cielitos, hay que decir que salieron publicados muchos de ellos en varios periódicos bonaerenses surgidos durante el primer gobierno de don Juan Manuel, en donde resaltó el ingenio de fray Francisco de Paula Castañeda (1776-1832). Una interesante pieza de este género folklórico, y que fuera creada por el fray, es el conocido Cielito por la muerte de Dorrego, dado a conocer por vez primera en 1914 por Juan A. Pradère y cantado en muy buena versión por el músico surero Atilio Reynoso.  

En “La Moda” N° 8, gacetilla aparecida el 18 de noviembre de 1837 en Buenos Aires, el aún simpatizante federal Juan Bautista Alberdi enjuiciaba al Cielito como “hijo de las campiñas argentinas, expresión de las alegorías nacionales; despierto y vivo como el sol que alumbra nuestros campos, está destinado a servir de peroración a nuestros bailes: es compañero de la aurora; su música rosínica es acompañada por los pájaros del alba; nace tiznado, negligente, gracioso como las últimas horas de una dulce noche”.

El año 1811 determinó el nacimiento de diversos “bailes de parejas solistas” que alcanzaron importante difusión en el período rosista, entre ellos El CuandoEl MinuéEl Montonero y El Minué Federal. A fines del siglo XIX todos ellos habían pasado a la historia, siendo rescatados únicamente como material de estudio para los amantes de las costumbres antiguas.

Estos bailes eran sociales “de carácter ceremonioso y originariamente señorial derivados del minué y de la gavota europeos”, según Carlos Vega, quien también añade que todos“poseen una parte lenta y una rápida (allegro).

El Cuando fue conocido en nuestro país al año de la Revolución de Mayo, siendo las primeras provincias en disfrutar de su música y su danza Tucumán, Salta, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Río Negro, mas su expansión hacia la provincia de Buenos Aires la hallamos recién en el período 1831-1850, cuando gobernaba Rosas. Bailada en toda la campaña, esta música se trató de un minué-gavota con allegro de Gato.

Pasemos a El Minué, que también vivió sus mejores horas durante el federalismo. Esta música estaba presente en casi todas las tertulias bonaerenses y de la sociedad porteña, compartiendo su popularidad junto con los Tristes (venidos del Perú), los Cielitos criollos y los Boleros españoles. En la época de Rosas, toda tertulia de salón se abría con un Minué, donde hombres y mujeres “lo bailaban con pasos graves y medidos, utilizando la ocasión para desplegar todas sus gracias naturales”, advierte Nora Malamud. 

Sirvió también el Minué para agasajar a las autoridades de turno, como cuando en 1830 le fuera dedicada a Juan Manuel de Rosas un Gran Minuét y Valsa, autoría de José Tomás Arizaga. Entre las tres composiciones musicales que salieron en “La Moda” del 21 de abril de 1838, una se trataba de un Minué, composición del genial Juan Pedro Esnaola. Cuando el asesinato del gobernador tucumano Alejandro Heredia, el “British Packet” (periódico de la comunidad inglesa en Buenos Aires) informaba sobre un Minué titulado “La Súplica”, de Juan Bautista Alberdi, quien de ese modo memoraba al infortunado federal.

Ha ocurrido en las jergas federales, que luego de un Minué inicial le seguía El Montonero (o La Montonera, como también se le conocía). Básicamente, esta danza se trataba de un Minué con figuras de contradanza española o Cielito criollo en el allegro (parte rápida y última de la pieza).

Aunque no conviene adelantarnos, El Montonero suele confundirse con El Minué Federal, errada apreciación que ha persistido con fuerza en no pocos trabajos folklóricos. Interesante que una danza criolla lleve el nombre montonero; su inclusión, es bastante sencilla de entender si sabemos interpretar la historia argentina de la primera mitad del siglo XIX. Prestemos atención a lo dicho por Guillermo Terrera:

“A partir de 1818, las montoneras empiezan a tener una destacada preponderancia en la vida político-social del país. Cada período de luchas, engendró en el territorio argentino, una serie de personajes célebres por sus hazañas, pero que pronto eran reemplazados por otros que actuaban en nuevos acontecimientos. Y así, el héroe de la guerra de la Independencia, el soldado a quien le cantaron en su oportunidad los vates populares, es pronto olvidado y otro héroe, más actualizado lo reemplaza”.

Aquí, Terrera distingue la célebre fama alcanzada por los gauchos durante el período de las luchas independentistas, en donde no trepidaron en el ofrecimiento de sus vidas en aras de la patria libertad, del terruño que los había visto nacer a ellos y a sus ancestros. Hacia 1820, ser miliciano montonero ya constituía un estatus legendario para los pueblerinos, los cuales se dedicaron a solfear coplas y tocar sonidos que revivían sus hazañas y sus aventuras, sus triunfos y sus derrotas, sus tiempos en los inhóspitos cantones fronterizos. 

Extenso fue el derrotero de estos soldados agrestes. La vida de las montoneras empezó en las refriegas contra los godos y se extendió hasta bien entrada la década de 1870, cuando nuevas generaciones de montoneros murieron por la causa federal, acaudillados por Varela, Guayama, Luengo o López Jordán. 

Ya homenajeado y vuelto baile folklórico por el arrojo desplegado en los campos del honor, El Montonero se convertirá en música bonaerense reconocida durante la época de Rosas, extendiendo su influencia en ese mismo período por provincias tales como Santa Fe, Santiago del Estero y Corrientes. 

Hay que hacer, no obstante, un distingo. En la Santa Federación estas fuerzas irregulares (las montoneras) ahora eran “reemplazadas por verdaderas campañas militares dirigidas por jefes expertos y de carrera, conjuntamente con tropas adiestradas y disciplinadas”. Sin embargo, bien podríamos agregar que el soldado montonero de antes ahora convergía en las formaciones militares evolucionadas del presente, no perdiendo por eso su silvestre aptitud para el combate ni su gauchesca vestimenta. Así lo remarcaban los pintores de la Federación cuando deseaban dejar un testimonio pictográfico para los tiempos: ellos reflejaban el semblante de auténticos “gauchos militares” con divisas punzó.

En 1845 aparece un Montonero compuesto por el prolífico Juan Pedro Esnaola, exaltado partidario federal de aquellos tiempos que volcaba sus pasiones y simpatías al hacer “resonar una nueva cuerda en su lira”. Por entonces, El Montonero y el Minué Federal gozaban de frondosa popularidad, lo mismo “las grandes composiciones religiosas” y las canciones “con reminiscencias rossinianas”.

Por Minué Federal también queremos llamar al Minué Montonero, al Minué Nacional, o bien, a El Federal a secas. La diferencia sustancial con respecto a La Montonera (El Montonero), estaba en la composición de sus partes. Válido es recordar que El Montonero tenía en su parte final (allegro) unCielito, mientras que el Minué Federal, un Valse.

Su aparición le pertenece casi exclusivamente a la campaña de la provincia de Buenos Aires, entre los años 1811 a 1830. Luego, entre este último año y 1850, sus sones se extenderán y bailarán en todas las ciudades de la Confederación Argentina, predilectamente en San Luis, San Juan, Santiago del Estero, Santa Fe y Entre Ríos, para luego ir declinando suavemente en el período signado por los gobiernos masónicos y liberales triunfantes (1851-1880). El Minué Federal fue baile “histórico” a partir del 1900. 

Por último, nos remite Fermín Chávez un dato perdido en la historia: “Se tienen noticias de unMinué Federal de 1840, compuesto por Juan Poca Ropa, director de banda del ejército rosista, oriundo del barrio de San Telmo”.


[1] Charles Henri Pellegrini fue el nombre real del padre del futuro presidente de la Nación, Don Carlos Pellegrini (1890-1892). De origen suizo, quedó consagrado como uno de los mejores retratistas de las costumbres camperas de los tiempos confederados. Gracias a la precisión de sus obras, hoy se conocen innumerables paisajes y faenas de aquella patria gaucha y su gente.

[2] Wilkes, Josué T. “Acerca de la música en la época federal”, en Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, Enero-Diciembre de 1963, núm. 23.


Por Gabriel O. Turone


Bibliografía:

-          “Atlas de la cultura tradicional argentina”, Dirección de Publicaciones de la Secretaría Parlamentaria del Honorable Senado de la Nación, Buenos Aires, Argentina, Agosto de 1988.

-          Chávez, Fermín. “Iconografía de Rosas”, Tomo II, Editorial Oriente, 1970.

-          Chávez, Fermín. “La cultura en la época de Rosas”, Ediciones Theoría, Argentina, 1973.

-          Terrera, Guillermo Alfredo. “Cantos tradicionales argentinos”, Peña Lillo Editor, Buenos Aires, 1967.

1 comentario:

  1. Me parece interesante esta publicación. Felicitaciones. Yo tambien tengo un blog de "folklore historia tradición".

    ResponderEliminar